Es una especie vegetal que forma parte de las señas de identidad de las Islas Canarias, de ahí que sea el símbolo vegetal del Archipiélago. Es uno de los endemismos más representativos de la región, siendo un elemento característico de las formaciones termoesclerófilas y por ello protegida por la Ley de protección de la flora vascular silvestre de la comunidad Autónomo a de Canarias.
Estéticamente es un elemento vegetal de gran belleza, normalmente de entre 10 y 15 metros, aunque puede alcanzar hasta 25 metros o más; posee un tronco robusto y una gran cantidad de hojas arqueadas que pueden alcanzar hasta 7 metros y que forman una copa densa, uniformemente esférica y de color verde oscuro. Suele presentarse de manera aislada o en conjuntos denominados palmerales, normalmente en barrancos o laderas donde discurren aguas subterráneas.
Los palmerales han propiciado rincones muy entrañables a lo largo de todo el archipiélago canario.
El aprovechamiento de la palmera está muy ligado a la etnografía y al uso sostenible del entorno para la población canaria desde hace siglos. Así, sus frutos, las támaras, sirvieron de alimento para el ganado, las partes terminales del tronco sirvieron para hacer colmenas, las hojas son utilizadas para la artesanía, elaborándose con ellas escobas, sombreros, cestos o esteras. Uno de los usos más peculiares se realiza en Isla de La Gomera, donde su savia, allí se denomina guarapo.